3. LA INSPIRACIÓN EN LA SAGRADA ESCRITURA
GENERALIDADES
La vida de la Iglesia se funda sobre la
Palabra de Dios. Esta es trasmitida en la Sagrada Escritura, o sea en los
escritos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Estos escritos están inspirados,
tienen por autor a Dios, quien para su redacción se ha servido de hombres
escogidos por El.
Para continuar en este camino, debemos distinguir entre revelación e inspiración, considerándolas dos acciones divinas distintas. La revelación se presenta como el acto fundamental de Dios mediante el cual, Él comunica qué y cuál es el misterio de su voluntad (cf. DV, n. 2), capacitando además, al mismo tiempo, al hombre para recibir la revelación. La inspiración aparece en cambio como la acción mediante la cual Dios habilita a ciertos hombres, escogidos por Él, para transmitir fielmente su revelación por escrito (cf. DV, n. 11).
La inspiración presupone la revelación y está al servicio de la transmisión fiel de la revelación en los escritos de la Biblia.
En la Biblia se encuentran muchos y diversos temas, sin embargo e el tema principal y dominante es Dios y su plan de salvación para los seres humanos. La verdad que encontramos en la Sagrada Escritura concierne esencialmente a Dios y a su relación con las criaturas. En el Nuevo Testamento la definición más elevada de este vínculo se encuentra en las palabras de Jesús: «Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí» (Jn 14,6). Al ser la Palabra de Dios encarnada (cf. Jn 1,14), Jesucristo es la verdad perfecta sobre Dios, revela a Dios como Padre y ofrece el acceso a Él.

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